En plena organización de la venta de garaje muchas prendas han salido del baúl o maleta de los recuerdos o del cementerio donde mi memoria mezquina las depositó.
Hasta el cansancio una repite: nunca digas nunca, ya que la vida se ha encargado de recordármelo una y otra vez. Así que imaginen lo siguiente: yo versus la maleta y la alergia que me iba a dar, separando ropa. Dos bultos: los de la ropa que voy a usar para la venta de garaje y lo que había vuelto a la vida. Por supuesto uno fue decreciendo y el otro volviéndose inmenso (ante mi imposibilidad de desprenderme).
Lo más sabio que escuché alguna vez fue que cuando pasen los años mejor es ir vaciando la mochila pero... cómo iba a dejarlos ir. El short, preferí quedármelo. El vestido de estrella ya ha sido usado 2 veces en la última semana y el fustán negro que uso de vestido, bueno, lo tengo puesto. Felizmente los recuperé.
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